La mítica Ruta 40 que atraviesa la Patagónia de Norte a Sur me lleva. Surco este océano estepario en el bus con otros 9 pasajeros de aspecto aventurero (menos uno). El paisaje abruma, el viento aulla frió y desangelado a pesar del sol. El horizonte no se acaba, la carretera de tierra y guijarros tampoco. Cuando nos cruzamos con otro vehículo nos apercibimos aún mas de la soledad del paraje. Tan solo un mar de algas de formas globulares y colores verdes y piedras musgosas. De cuando en cuando un ave; el cielo azul.
El billete me costó 480 pesos y son 2600 kmts en dos jornadas que incluyen la pernocta en un infame poblado llamado Perito Moreno y la otra en El Chalten donde el monte Fizt Roy, los primeros glaciares y las expediciones de montañeros conforman el sentido de este pueblo recién inventado. Desafortunadamente llueve y decido no atascarme en el albergue, ya que hay muchos que ante las condiciones climatológicas han decidido posponer sus planes y las tazas de café humean en las animadas mesas de este albergue alpino enclavado en tan bello paraje; puerta de entrada Norte al Parque Nacional de los Glaciares. Me subo en el repleto bus hacia El Calafate y así continuo bajando la Ruta 40 por otras 5 horas; pues sé que allá hay mas animación. El paisaje ya es variado y las cumbres y los lagos regresan como en Bariloche a ser parte de la escena. Me abrigo; ya estamos en el sur.
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