Salimos de Punta del Diablo hacia B.Aires. Las inmensas praderías donde el ganado vacuno de diferentes razas rumia los pastos se suceden a la vista desde la ventanilla del coche. Hay palmeras entremezcladas con árboles mas continentales. La tierra es fertil. Juan conduce todo el trayecto. Paramos en la Floresta a visitar a su madre; una señora de 84 años en el esplendor de la vida. La encontramos arreglando el jardín con su tijera podadora en la mano. Como en un relato de personajes nos ofrece una tarta que ha recién hecho y una taza de café. La cabeza, el sentido común y el sentido del humor le funcionan mejor que a nosotros; siempre con una sonrisa. La apodan Mascota.
Se nos hace de noche cuando llegamos a B.A; 15 horas sumando que paramos en Punta de Este a comer y en la visita de La Floresta. Un palizón que hemos llevado bien. Llueve.
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