lunes, 26 de abril de 2010

SAH MARAN


Había una vez en la tierra de Diyarbakir un buen hombre llamado Hasan que vivía cerca del río Dicie Nehri o río Tigris. Caminaba un día por la orilla alejándose en un largo paseo cuando de pronto se encontró con una bella mujer. Hablaron como si se conociesen de siempre y al poco cayo rendidamente enamorado. Todos los días iba a visitarla y todos los días se la encontraba entre las piedras rodeada de unas plantas que solo permitían mostrar su hermosa cabeza y la parte alta de su torso. En su cuello cargado de collares de piedras preciosas relucía en el centro un gran corazón de rubí. Hasan ardía en deseos de ver el resto de su cuerpo pero no lograba comprender porque ella no lo mostraba. Los días iban pasando de este modo mientras el amor entre ambos crecía cada vez más. Pero Hasan no podía contentarse solo con ver el agradable rostro de su amada. La curiosidad y el deseo le podían; así que comenzó a insistir de modo más perentorio y exigente para que ella se lo mostrase.
Por fin llegó un día en que, por temor a perderle, Sah Maran accedió a mostrarse por completo, tal y como era, pero con la condición de que habría de continuar amándola fuera lo que fuera que viese. Entonces se movió de entre las piedras y las plantas que la ocultaban y se 
descubrió ante Hasan.
Lo que Hasan vio para su espanto fue el largo y redondo cuerpo de una serpiente anaconda cuya cola terminaba en una gran cabeza de serpiente. Por su cuerpo se arrastraban otras seis cabezas de serpiente más pequeñas. Demudado de horror por ver lo que su amada ocultaba salio corriendo y se encerró en su casa. Pasaron los días y las semanas y Hasan seguía espantado. Pero, por encima de su espanto y a pesar de todo se sentía aun enamorado. Como no sabia lo que hacer y estaba tan confundido fue a ver al "hombre piadoso" y le contó todo lo que pasaba. Este hombre sabio le escuchó con calma y al acabar le dio un consejo con el que se ganaría a su amada volviéndola a su estado humano. Tenia que volver a verla y llevar un cuchillo oculto entre sus ropas, para que cuando Sah Maran se distrajera un momento aprovechara y cortara una cualquiera de las seis pequeñas cabezas que culebreaban por su cuerpo. Entonces toda ella se volvería mujer y podrían completar su amor.
Hasan no perdió el tiempo y se puso en camino por la orilla del río llevando oculto un cuchillo en su chilaba. En el mismo lugar de siempre se la volvió a encontrar. Sentía su corazón palpitar, la amaba sin ninguna duda. Ella, cuando le vio llegar sintió la esperanza de ser feliz y de recuperar su amor. Entablaron conversación de nuevo y ella le dio a entender que no estaba en su mano el poder cambiar la naturaleza que Dios le había dado; agachó la cabeza. Entonces, en ese momento, sacando el cuchillo de entre sus ropas, Hasan cercenó de un movimiento rápido la cabeza de la pequeña serpiente que tenia más cercana. Arrojó el cuchillo al Tigris y esperó a que sucediera el cambio predicho y Sah Maran se tornara por completo en humana. Sin embargo lo que sucedió fue que Sah Maran se torno toda ella una enorme serpiente y se lo comió, al pobre tonto de Hasan...jajajaja. qué no; ahora sigo que me tengo que ir a cenar...Acabó el cuento como tu quieras que acabe.

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