lunes, 26 de abril de 2010

DIYARBAKIR


Por fin me entero que lo que me pasa con Internet: se debe a que hay dos letras "i" en el teclado y todos mis vínculos tienen esa letrita que yo mal escribía. Pero sigue sin haber acento ni "enie". Ya me siento en el ciber-espacio y subo con éxito el vídeo y la foto del concurso a reportero. Me encuentro muy satisfecho por ser la primera grabación que hago con mi sencilla cámara de fotos; ni sabia cómo se usaba, de hecho.
Si en Urfa la gente flipaba con el "touristi", aquí salen a por ti. Me invitan a té en la sastrería mientras veo trajes tradicionales kurdos; a zumos en el restaurante donde ojeo el menú sin quedarme a tomar nada; una niña me da su caramelo de fresa que no acepto. Hay fresas en un carro cargado de frutas; pistachos en una tiendita de frutos secos y especias. Los obreros que excavan en la muralla de la ciudad me ofrecen comida y té sobre la hierba con ellos; tabaco que no fumo en un cafe; otro té con un profesor retirado muy ameno; un c.d de musica me dan en el ciber...Voy a entrar a una joyería a ver que pasa...
Tenia pensado estarme dos días en la capital de los kurdos y ya van cinco, y eso que no es ninguna maravilla. Pero su gran tesoro no reside en ruinas o palacios: son sus gentes maravillosas y hospitalarias como nunca he visto hasta ahora. Salir a pasar el día y caminar sin rumbo te traerá con certeza abundantes sorpresas humanas. Hay que dedicarle tiempo a esto de conversar y dejarse preguntar y ser parado y convidado y sonreído; aceptar apretones de manos e invitaciones con enormes y francas sonrisas.
Los ancianos son muy atractivos aquí. Visten con corrección elegantes trajes de chaqueta, chaleco y camisa atildada bien por dentro; pantalones a juego de tipo"cagón" que les cuelgan bajo la entrepierna y zapatos oscuros y lustrosos. En la cabeza una boina de lana y en los ojos, muchas veces azules y profundos, brillo y orgullo. Son altos y fornidos y me asombra ver sus manos fuertes de trabajar en los campos. Son muy longevos y poco achacosos; cosa que no entiendo viendo como la gente fuma en este país.
Desde los conflictos en los años 90 entre el gobierno y el movimiento kurdo del P.K.K ya no viene nadie. El movimiento migratorio de los turistas se ha desviado por temor a que algo les pase y cuando te ven entre las calles es como quien ve una nube cargada de lluvia llegar a un desierto como avanzadila de otras grandes nubes por las que tanto se ha rezado y suspirado. El maná del turismo que ya no llega.
Esto es Mesopotamia; en la escuela nunca lo ubique, así que, por fin me entero de donde está: entre el río Eúfrates y el Tigris. Eso es lo que significa exactamente la palabrita: entre dos rios. Mesopotamia. Hipopótamo no se qué significa aun.
El río Tigris es aquí un río anodino sin ninguna gracia ni "epopeya" que contar. Me doy la vuelta y conozco en un café a un buen tipo melenudo y fiero como un tigris mesopotámico. Se llama Huseyn Diril y me sienta a tomar una tetera en su tienda de antigüedades y plata mientras su hermano Emin trabaja un collar de turquesas y plata concentradamente. Charlamos de mujeres y de la vida. 

En ningún momento me presiona a comprar y me siento como con un gran amigo. Le doy unos consejos sobre como incrementar las ventas trayendo "turisti"en guias de viajes y por Internet y me gustaría que le resultase, porque son buena gente. Llevan en el negocio 120 años, me dice. Veo a su padre y me asombro con su longevidad y lozanía. Voy a volver a fumar a ver si así... Está en la segunda planta a la izquierda en el Hasanpasa, bonito y céntrico palacio con un patio interior lleno de sillas y mesas rodeado de cafés y tiendas. Hay un plato con una figura pintada de serpiente-mujer en su tienda que me hechiza y le pregunto; entonces ... va y me regala con una bella historia que le contó su abuelo: la historia de "Sah Maran", y que ahora os cuento yo.
Termino yendo a oír música kurda en directo con Mehmet, un amigo de Husein a un garito "Renguin café" donde hoy solo esta el dueño y un grupo de erasmus rumanos: Tibi, Andrei, Anna y Noemi. Nos sentamos juntos y me invitan a la comida y el té. Tibi tiene a se hermana currando en una pizzeria de Laredo; su madre es de Bilbao. ¡vaya tu!
El dueño está un poco loco. Le veo comerse un bocadillo de guindillas; unas guindillas con un gran plato de yogur, y luego más guindillas en una sopa de lentejas; y a cada una eleva la voz se da unos golpes en el pecho y grita: "kurdis kurdis".


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