sábado, 27 de junio de 2009

LUNA PÁLIDA

Por las rendijas se colaba un viento frió. Afuera nevaba. Caían copos blandos resplandecientes en la noche. Compartíamos una gruesa y pesada manta pero aun seguíamos vestidos, abrazados, con nuestros piernas enredadas. Por la ventana, a través del cristal sucio asomaba la luna, redonda y pálida. El interior del cobertizo se llenaba con su luz blanca y el cabo de la vela que continuaba consumiendose alumbraba de dorado los rincones mas oscuros con su llama oscilante. Permanecíamos en silencio agradecidos por el calor que nos dábamos, mejilla con mejilla sintiéndonos en una misma piel.
Dos tazas de té vacías permanecían sobre el entarimado. Una vieja silla de madera donde quedaban nuestros abrigos era el único mobiliario y quizás tanbién una caja de cartón.
Escuchábamos el leve crujir de las tablas y de vez en cuando nos estremecíamos cuando un hilo de frió viento en forma de ráfaga se colaba entre ellas silbando. Cuando eso sucedía nos apretábamos aun mas el uno junto al otro.
La luna se movía mas allá de la ventana ascendiendo inexorablemente y lateralmente hacia la derecha del marco donde una densa extensión nubosa gris y oscura esperaba detenida en el cielo el encuentro. Mientras tanto los copos blancos volaban a merced del viento. Adentro los ángulos de luz pálida cambiaban de posición sutilmente. Una araña ascendía por la viga con sus patas alargadas. Desapareció.
La luna tanbién. Sentimos mas frió. Estábamos solos. Sonreimos.