lunes, 4 de abril de 2011

SARANGKOT

Me subo a la cima de Sarangkot a poner a prueba las botas. Hace un bonito día soleado y tomo una subida transversal sin perder de vista el lago y evitando la carretera. Por el camino aparecen niños que quieren hacer de guía y te disuaden contándote que hay tigres y monos salvajes peligrosos. Te animan a que sigas sus indicaciones con animo de sacarte luego unos reales, aunque se trate de peor senda. Hago caso omiso y sigo mi instinto porque resulta imposible perderse mucho por aquí. Y disfruto de mi elección ascendiendo por terrazas de cultivo y pequeñas aldeas dispersas. Otra forma de sacarte la tela es ofrecerse a que les saques una foto. Luego ponen la mano para que sueltes la pasta...




Más arriba te sobrevuelan los parapentes. En la cima de Sarangkot hay un mirador vigilado por el ejercito al que se accede pagando 20 rupias. Las vistas son excepcionales sobre la cordillera del Himalaya.
Decido bajar por el abrupto camino de escalones en vertical que cae sobre el lago. Desde luego es mejor bajarlos que subirlos. Cae la tarde y me reúno con los dos médicos españoles, Fran y Mimi, que trabajan para la organización de Ramakrishna en la India. Ellos van a salir a hacer el circuito el 12. Creo que no voy a esperar tanto. Maggie y B también se apuntan. Creo que voy a ir solo de todas maneras.

viernes, 1 de abril de 2011

BEGNAS TAL

Alquilamos unas bicis por 200 rupias el día, que equivale a dos euros y salimos en dirección al lago Begnas: Maggie (que conoce a mis amigos de Brixton), B la hungara, Jhan el finlandes rastafari y yo. Sale una mañana perfecta y soleada, y lo único malo es conducir por la carretera con trafico los 10 kilómetros distantes antes de hacer los 3 últimos por caminitos como los que había en mi pueblo. El lago es fantástico, precioso, como el Phewa Tal de Pokhara hace 30 años, con gente local y sin turistas. Cruzamos a la otra orilla en un bote de remos que alquilamos para todo el día por 500 rupias, y en una colina arbolada hacemos una caminata de lo mas hermosa. Al regresar  por el mismo camino tomamos otro sendero que nos descubre un chiringuito solitario y colorido junto a un dique de piedra. Animados por el hambre vamos hacia él seguidos de unos niños curiosos. Somos los primeros clientes del nuevo local que regenta un ex-soldado nepalí, que sirvió en los temidos"gurkas". No sabe lo que cobrarnos por una comida que hace su mujer al momento con lo que tiene en la cocina: un tali nepalí con verduras por 150 rupias. Comienza la lluvia mientras zampamos con ganas y tomamos té, disfrutando mucho de la meteorología y de los verdes colores de las praderas ribereñas. Afortunadamente la lluvia se detiene cuando subimos al bote y nos ofrece el espacio justo para cruzar en media hora sin calarnos. El cielo se cubre de nubarrones como todas las tardes desde lo del tsunami de Japón, según dicen aquí los rumores. Un autobús espera en la aldea; subimos al techo las bicis y volvemos a Pokhara evitando el fuerte aguacero y el trafico fluido de las últimas horas de la tarde, sin luces por la carretera. El plan ha salido perfecto y regresamos felices a ducharnos y cenar con ganas de acometer nuevos planes, para cuando pare la lluvia...Si un día vuelvo por aquí no me pierdo el quedarme hospedado en este lago de Begnas, a ser posible con buena compañia.