martes, 14 de febrero de 2012

BANDIPUR- LA CEREMONIA SAGRADA













La gente se pone en marcha. Las mujeres visten hermosos pañuelos y vestidos coloridos, lucen sus joyas de oro:brazaletes, aretes, collares...Los hombres por su parte, su chaleco negro y el bonete rectangular sobre la cabeza. Paul y yo les seguimos saliendo del pueblo en una comitiva de unas 150 personas festivas que portan cacerolas, botellas, bolsas de comida y demás cacharros para pasar el día de celebración. Nos adentramos en un bosque, pero ni rastro del templo. Hay unos enormes árboles gruesos y centenarios dispersos por el terreno. Cada uno de ellos es sagrado. Los cabritos están atados a los matojos con cordeles, desprenden su fuerte olor característico y no dejan de balar rumiando los brotes verdes evitando los espinos. Aun no entendemos que esta pasando pero Paul y yo nos tendemos en la hierba a esperar. Aparece un guru anciano ataviado con extraños ropajes. Comienza a salpicar el tronco de los árboles con agua consagrada repitiendo formulas y mantras ancestrales. La gente deposita alimentos y dulces a los pies del árbol más grande. Se traen los cabritos, y un tipo con aspecto de bruto, gordo y bigotudo porta un sable. Dos tipos atrapan a una cabra, la presentan al guru que la bendice; el tipo del sable alza el cuchillo y de un golpe brutal decapita al animal. Un sonido sordo y contundente es lo que se oye. El ayudante rodea con el cuerpo sangrante el tronco y deposita el cuerpo decapitado a un lado del mismo. La cabeza del animal, con los ojos abiertos, aun palpitando y moviéndose nos mira con espanto. Yo tambien. Repiten la operación otras 10 veces. Yo no puedo mirar al bruto y solo oigo el silbido del sable y el sonido contundente al golpear certero en el pescuezo del bicho. Las cabezas se alinean en el altar junto a las vasijas, las flores y los alimentos. Alguien quema los cuernos. Adolescentes con sombrero purpura y dorado rectangular acuden al guru que les santigua. Hay un reguero de sangre alrededor del árbol. Sacamos todas las fotos que queremos sin ningun impedimento.Los siguientes seremos nosotros...  



















Nos han aceptado desde el primer momento y no parece importarles nuestra impertinente presencia. Al contrario, se acercan y nos hablan y nos invitan a comer del asado posterior. Esto une a las familias allende los tiempos. Hay chicas lindas vestidas con traje ceremonial. Huele ya a carne asada. Atardece y decidimos regresar al pueblo abandonando el bosque de los árboles sagrados. Una celebración de un clan familiar que sirve para aumentar su sentimiento de unidad y que  se celebra cada 4 años. Muy National Geographic todo...

BANDIPUR
















Con cierta nostalgia parto hacia Bandipur, una preciosa localidad sin mar a medio camino entre Pokhara y Katmandú. Salgo del bus arrastrando la mochila en un día soleado ante la mirada calma de un grupo de ancianos ociosos. Me hospedo en una coqueta habitación con baño cuya ventana da de lleno a la calle principal. Bandipur resulta ser una pequeña maravilla de arquitectura newarí. A lo largo de su espaciosa y peatonal calle principal discurren las estilosas casas de madera ornamentada, con sus arcadas llenas de tienditas animadas y cafés donde pasar el rato viendo pasar a los paisanos y a los colegiales de uniforme. Redondas colinas verdes sugieren amenas caminatas por las afueras y espectaculares vistas sobre la cordillera nevada de los Himalayas.
Un lugar donde ser feliz unos cuantos días.
Los niños juegan en los lavaderos con el agua, las gallinitas corretean por las calles y los templos. Me tropiezo con una reunión solo de mujeres celebrando en la calle que una se casa. Cantan y bailan y me ofrecen comida.
Para mi sorpresa, por la tarde aparece un tipo con gafas de sol y sonrisa socarrona: se trata de Paul, el anglo sudafricano de los Anapurnas. Se viene a hospedar conmigo en la habitación contigua y charlamos sobre la excursión del próximo día. Cenamos juntos en una bonita terraza con una temperatura agradable. Algo va a suceder al día siguiente...
Un grupo animado de personas vestidas de modo apropiado para un domingo se va reuniendo en la calle principal. Hay cabritos y niños jugueteando por ahí. Le digo a Paul que algo esta a punto de suceder; pienso que es una subasta de animales, pero me informo y un paisano charlador me dice que todos van a ir a un templo sagrado a 2 kilómetros a las afueras. Cambio de plan. La acción nos llama.