jueves, 22 de abril de 2010

HAMMA Y LAS NORİAS


De Alepo me voy a Hamma, famoso por sus norias de madera y por nada más. El hotel Riad es conveniente y limpio. Comparto habitación con otros tres que no roncan






, creo. Aprovecho para irme a una excursión,¡biénnn!; al castillo mejor conservado de los cruzados: el imponente ''Crac deux Chevaliers''. Resulta muy divertida la visita ya que se está rodando algo sobre Cleopatra y por aquí hay unos romanos que andan holgazaneando tirados por las murallas a la sombra con aspecto de cualquier cosa menos de luchar. Las ropas y decorados son de función de instituto. En el grupo de 4 que somos viene una pareja entrañable de Madrid: Margarıta y Pedro. Son pareja desde los 17 años y, aun ahora, con 62 años se cogen de la mano y mantienen las ilusiones intactas planeando su ansiado viaje a la India en Octubre, a pesar de algunos achaques que padecen. Qué bonito y tierno es verlos así. Lo paso muy bien. Como un chiquillo en una de aventuras.

Hay un bus nocturno a Turquía esta misma noche. Qué fastidio, ya he pagado la habitación. Da igual, esta es la mía, ya toca salir. Cada vez más hacia Oriente. Hago la mochila y vuelvo a ver en ella las aletas, las gafas y el tubo de bucear. Cargo con ese absurdo karma desde España y no dejo de renegar por el peso y el bulto que supone, aunque soy incapaz de desprenderme de ello. A través de los desiertos de Siria y Jordania y de ese extraño mar salado que es el Mar Muerto donde no es posible sumergir ni la oreja. Ridículo. Absurdo.
A medianoche subo con Bob, un İngles retirado que viaja, que vive así por el mundo desde hace años, al autobús.  Cruzamos la frontera de noche cuando todo parece más cinematográfico y acojonante. Uno no las tiene todas consigo en estos sitios. Los agentes que no hablan ingles, como en España, miran tus documentos en silencio, los abandonan a un lado y atienden a otros. Pagas por salir y pagas por entrar; ambas veces más de lo debido, y no se te ocurra decir nada: aquí no eres nadie en tierra de nadie. Te mandan a sitios alejados a por una visa y te pierdes porque todo esta en árabe, son las tres de la noche y no hay a quien preguntar. Los autobuses se mueven. El tuyo ya no está cuando regresas de la odisea de la visa. Luego lo ves y respiras aliviado. Te subes y quieres que arranque ya de una vez por todas y abandone este lugar donde tu destino no es tu destino. Duermes con la cabeza colgando a un lado y sientes ese dolor de cuello pero te alegras porque sabes que ese cuello todavía es tuyo. Adios amable Siria.

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