domingo, 4 de abril de 2010

AMMAN

No sé que día es; buena señal. Me despido de Gail en Wadi Musa y de paso aligero la mochila dejando un par de libros atrás. En la estación de bus un tipo hiperexcitado aparece en una Nissan ranchera perturbando la modorra de quienes esperamos a la sombra a que llegue nuestro bus. Me habla por la ventanilla y no le hago caso, un pesado. Al rato aparece andando y me ofrece ir a Amman con él por 5 DJ, más barato y rápido que el bus. Agarro las cosas y me subo con otros dos jordanos sin saber que el chofer va a jodernos.
El pilotaje es increíble; dos horas y media conduciendo sin manos a toda pastilla. Pero lo peor ha sido llegar a Amman y ver que el tipo no baja el pistón al entrar en la ciudad. Se salta los semáforos en rojo, bocinea a todo Dios, da las luces, se cuela...el típico hijoputa al que había que quitarle el carnet, el coche y los dientes. Casi chocamos con un camión pero tiró del freno a fondo. Es un exaltado: come, fuma y habla por el movil todo a la vez; bebe y grita y saluda a todo bicho viviente; está loco. Agarra el volante solo cuando se acaba la curva. Menos mal que en estos países está prohibido el alcohol; lo entiendo a la perfección.
En Amman me hospedo en un hotelucho en que la primera planta huele a orines o a pescadería y en la segunda a salchichas. Mi habitación con balcón no está mal por el precio que pago pero mi espalda sufrirá la dureza del colchón.
Buenas noticias: puedo ir a Siria, vuelven a dar visados después de la semana en que la frontera de Israel ha estado cerrada. Dilema: si voy a Jerusalém no puedo ir a Siria ni al Líbano después porque no permiten turistas que hayan visitado Israel. Hay una manera...no se, que no te sellen el pasaporte y lo hagan en un papel aparte.
Mañana al Mar Muerto a bañarme en salmuera. 

Amman no es bonito.

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