jueves, 18 de marzo de 2010

LUXOR

Una barcaza transportando arena navega cerca de la orilla produciendo un ronco sonar en la noche. La faluca comienza a balancearse por el efecto de las olas y de pronto la paz de la noche se llena de gritos y aullidos. Me sobresalto por los gritos y porque algo me ha mojado. Abro los ojos y veo a Imán pegando saltos y jurando en árabe por la popa. Una desafortunada ola ha entrado en el barco y le ha barrido por entero mientras dormíamos, él acurrucado bajo una manta. El pobre ha debido de pensar que nos íbamos a pique, que el Nílo se lo tragaba..ja ja ja. Me troncho. Vaya un capitán más desafortunado; es un joven algo inepto y le pasa de todo y de todo se ríe, el muy botarate.
Tras el desayuno viene un autobús a buscarnos a pie de carretera. Nos despedimos del barquito y seguimos hacia Luxor visitando antes los templos de Kom Ombo y Edfu. De nuevo se nos cuelan polis adentro por la cara. El chofer, como tiene móvil, lo usa para discutir y discutir en innumerables llamadas mientras conduce. Ese es el uso que se da al teléfono en este país. Cuanto más se discute y más se chilla mejor es el teléfono, te hacen mejores descuentos las empresas de telefonía y más feliz te hace el sentirte importante en público. A veces hasta sospecho que lo tienen apagado, la cuestión es chillar y discutir.
En Luxor me alojo en el Fontana porque la habitación me encanta aunque el hotel sea algo soso y el dueño algo baboso y lameculos. Solo pago 40 libras egipcias que son 5 euros con el desayuno.
Al atardecer camino hasta el templo de Luxor y paso todo el tiempo posible en su interior disfrutando de la fresca temperatura, de los imponentes monumentos, las silenciosas estatuas y de un sosiego contagioso que solo se produce en este lugar a la caída de la noche, inducido por la estupenda iluminación y los impertérritos ídolos de piedra. Me parece increíble estar aquí.

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