sábado, 13 de marzo de 2010

ABU SIMBEL

Para sintonizar con esta cultura egipcia me he traído "Siete años en el Tibet", que le vamos a hacer, siempre al revés... Me pongo en marcha ya recuperado en parte de tanto trajín.  A las 7 de la mañana me subo en un bus que me lleva hacia el Sur, hacia las ruinas de Abu Simbel. Cuando llego hago grupo con dos alemanes y un japonés para que todo nos resulte más barato. Nos cruzamos con los convoyes de turistas que, como en los dibujos animados de "Los autos locos", van en buses y minibuses en auténtica estampida por la carretera desierta levantando polvaredas que estropean el paisaje. Para nuestra sorpresa estamos solos al llegar, ni una sola persona más en este lugar abarrotado en temporada alta; como barridos por Osiris o Cirrosis. Entramos sigilosamente en el templo de Ramses ll y lo gozamos. Todo ese conocimiento perdido en el tiempo es abrumador: la impermanencia de las cosas. El templo de Hator es igualmente impresionante.
El policía arqueológico de la entrada despierta de su letargo y me pide la cámara cuando me ve. Se la entrego dócilmente porque pienso que he cometido una infracción y me la va a confiscar por haber sacado alguna foto prohibida, supongo. Me coge del brazo y me conduce unos pasos hacia dentro del templo hasta ponerme en mitad del pasillo. Me deja allí plantado y va hacia la entrada del templo. De pronto saca de las pesadas puertas una enorme llave dorada. Me lo entrega y me pide que diga whisky. Para mi sorpresa apunta y me saca dos fotos con mi cámara para luego volver a colocar la gran llave en su sitio y entrar de nuevo en su letargo. No me pide nada pero le doy 5 libras egipcias que acepta con una sonrisa.
Es la llave de la vida, la que aparece en todos los jeroglíficos. Me siento poderoso y como aceptado en estadios superiores y divinos...jajaja. Me acomodo luego bajo una imponente estatua a pasar el rato y permanezco quieto en el silencio. Un jubilado yanqui aparece por detrás se asombra al ver que no soy una estatua y señalándome espeta a su señora con voz apagada: "¡A God!".
La ostia.
Estos templos, de los que espero poder publicar unas fotos, fueron descubiertos por casualidad por uno que pasaba por aquí en 1850 y luego salvados por la Unesco y por la T.I.A. de ser engullidos en la década de los setenta por la mayor contención de agua artificial del mundo hasta la fecha, el lago Nasser o presa Nasser. Todo lo descubierto fue transportado piedra a piedra hasta el lugar actual. Colosal.Es tan asombroso el trabajo de traslado y reconstrucción que se hizo que en el futuro se hablará de todo ello como ahora se habla con asombro de las pirámides y de los Peta Zetas.
La vuelta es una tortura calurosa apretujados en un ómnibus local. A la orilla del Nilo cenamos y la comida me sabe buena porque tengo hambre y porque lo está.



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