miércoles, 31 de marzo de 2010

DAHAB- NUWEIBA

Para mi, Dahab se ha vuelto un tostón. Hartito de oir al Jack Jonshon y su petardez de buen rollito a la guitarra y atragantado con una novela del premio nobel egipcio Naguib Maohuf que inmediatamente cambio en una librería de segunda mano por otra cosa cualquiera. Me preparo para cambiar de zona y hago la mochila.
Ats, mi compañero de buceo llega depre de la ascensión al Monte Sinaí; yo ya me lo olía ; y me cuenta que no vale la pena tanto pedrusco junto para ver un amanecer que..puaff!
Me subo al bus que lleva a Nuweiba, el siguiente pueblo al norte en la costa de donde parte un ferry a Jordania y tras una hora de cómodo viaje me bajo en Soft Beach Campament.
Allí, una señora rubia, desagradable y alemana me interroga para saber de qué conozco su sitio y apunto estoy de ser irónico pero se que el humor alemán, no existe el humor aleman, no iba a entender la ironía.
La zona se llama Tariba y es una linda playa con chiringuitos, campamentos y hotelillos de cabañas venido tan a menos que recuerda la idea que uno tiene de esos poblados crecidos y abandonados rápidamente cuando los filones de oro se explotaban, se agotaban y se abandonaban en el Yukón o en California.
Mi cabaña destartalada tiene el numero 8, una bombilla y una mosquitera; sobre el suelo un duro colchón con sabana limpia. El tamaño es el ideal para una persona y te cobran 5 euros sin regateos, porque no me atreví con la anfitriona esta a regatear. Oigo el mar como encima de mi y veo las estrellas. Por la mañana zumos de mango coloridos y frescos, y el marrrrr....azul, que no Rojo. Frente a mí las costas de Jordania a lo lejos recortadas en el horizonte tembloroso al sol del mediodía. 
Sale la luna desde allí, desde el este, y veo como se va elevando pasando del naranja al blanco luminoso, y como las estrellas se ocultan a su paso.

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