viernes, 12 de marzo de 2010

AL KARAJO

Estoy en Egipto y no sé cómo he llegado hasta aquí. Más bien parece que ha sido Asuan y el Fertil y caudaloso Nilo quienes han venido a aparecerseme de pronto, porque el viaje hasta este punto ha sido a través de un gran aturdimiento. Para colmar el vaso me llega en un mensaje una noticia que me abruma todavía más. Mi viaje iniciático comienza con una gran congoja y un dolor profundo. Camino zombi por las calurosas calles de Asua. Los cazaclientes me asaltan pero solo tengo sonrisas para ellos. Aprendo a decir qué no, qué gran enseñanza. Tras las gafas de sol se ocultan ojos húmedos. Entro en el zoco a la hora mas calurosa y encuentro a los comerciantes aturdidos por el calor y la comida; para cuando ellos me ven y despiertan con sus trucos y reclamos ya llegan tarde. Necesito dormir, descansar...bebo agua sin parar. Entro en la catedral ortodoxa copta seducido por el incienso que embriaga la calle. Adentro me uno a los devotos y participo de la misa ancestral que es una larguísima letanía cantada. Como no entiendo ni jota me entretengo en seguir el lento rotar de las aspas blancas de los ventiladores del techo que giran como derviches.
El barbudo mayor oficia de espaldas vestido entero de blanco y tocado de un gorro ceremonial en la cabeza.
Luego camina por entre las filas de bancos arrojando agua bendita y me salpica. Nada pasa, el agua no entra en ebullición; quizá aun tenga salvación. Luego me dan un trozo de pan y espero a ver si viene algo de untar...pero no. Me lo como piadosamente.

Afuera el Nilo mágico amplio, tranquilo y azul se abre paso entre las extensas arenas nutriendo las tierras yermas, la aridez del desierto, los corazones asolados, como un milagro. Veo las hermosas velas desplegadas de las falucas mecidas por la calurosa brisa y los enormes cruceros de pasajeros amarrados a la orilla. Los caza clientes insisten, pegajosos, perseverantes como mis pensamientos. Bajo el sol camino por la corniche sin rumbo.

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