Gano confianza bajo el agua y disfruto como un astronauta. Con apenas unos movimientos de aletas avanzas descubriendo a cada momento nuevas sorpresas. El tiempo desaparece y cuando salimos del agua nos dan ganas de volvernos adentro.
La inmersión nocturna es fantástica con las linternas y el misterio...glu, glu, glu.
La de ruta de las corrientes es la más fascinante. Las corrientes cálidas te pasean sin que tengas que consumir apenas aire de la botella.
La de Navegación resulta ser muy instructiva y en un bonito sitio. Y la de naturaleza, en el mítico Blue Hole, un anillo natural donde se puede observar toda la fauna y flora sin dificultad, incluso con gafas y tubo solamente, abrumadora. La de aguas profundas en la que alcanzamos los 31 metros acojonante y mis oídos aguantaron. Al salir de está última Tamer detecta que tengo un problema en el tanque: es imposible que tenga 150 bares después de la inmersión. Debe de estar mal, a veces pasa. Prueba con su equipo y se rasca el cogote, otros buceadores esperan el veredicto, Tamer me mira con mirada de póquer y
dictamina: "el equipo está bien", y no dice más, no entiende cómo es posible. Y yo paso de explicarle mis circunstancias, seria mas confuso para el muchacho. Si es que lo mio y los bares...
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