jueves, 5 de mayo de 2011

ANNAPURNAS

8-O4-2011

Salgo de madrugada, del todo equipado para recorrer el circuito de los Annapurnas. Llevo conmigo el gorro salacot,  la cantimplora, la fiambrera, un mapa de la antigua Rhodesia,  un tubo de cola Konrad y un fonendoscopio para oír las pisada de yak a ras de tierra.
El bus sale de Pokhara con otros expedicionarios; sus miradas no consiguen ocultar su ansia por llegar los primeros.
Cargo con 14 kilos, y eso que decidí dejar atrás Guerra y Paz en el último suspiro; pero a cambio un kilo de chocolate y en la barriga llevo 5 kilos de sobrepeso acumulado que trabajan como un lastre.
Nada más descender del bus hago la primera trampa y me subo en otro con ánimo de avanzar dejando una pista bulliciosa de jeeps y feo recorrido para plantarme en un pueblo apacible.
El bus se detiene 2 horas después de un tortuoso camino y me deja a las faldas de Bulbulhe en lugar de en el mismo pueblo, aargh!!! Me toca subir mordiendo los hierbajos con la chepa retorcida por el peso y sin aliento durante una hora. Llego descojonado tocando las paredes de las primeras casas con la lengua, y en una de ellas me caigo dentro pidiendo agua y cobijo...por listo. Un joven de mirada extraviada se me ofrece como guía porteador: ha olido ya la presa. Pero al atardecer aparece un abuelito canadiense que suelta buena guita y se lo lleva con él por esos caminos de Dios. Me da que el chaval le va a dejar tirado en cuanto tenga la pasta....que mal pensado soy.
Me doy cuenta de que llevo demasiado peso. La primera noche me desprendo de uno de los tapones de los oídos. ¡Que alivio de peso! ..a ver si así avanzo mas ligero. 
Desde el Super View Lodge...anochece.



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