jueves, 16 de abril de 2009

ÚLTIMO COLETAZO EN BS AS

Llego de Iguazu sano y salvo de la epidemia de dengue; no usé el repelente, yo mismo me bastaba, pero aun así algunos me picaron. Deambulo por la ciudad como queriendo recojer la esencia final y me queda decir que la ciudad me trató bien, al igual que el resto del país. Me gusta su imponente arquitectura de estilo europeo, los precios de la comida y el transporte, la juventud y buena pinta de los empleados de los comercios y la belleza de las porteñas. El cine es subtitulado y hay buena oferta cultural; aunque por contra el trafico y la polución atmosférica y sonora te dejan hecho polvo. Hay que andarse con precaución no sea que te asalten los "motochorros". La zona de Palermo esta muy bien y yo volvería al Hostel Suites si se diera el caso.Tengo entendido que la ciudad es un poco infierno con el calor del verano. Los artesanos tienen trabajos preciosos y originales, aquí hay bastante creatividad, y solo me ha faltado liarla una noche e ir a un conciertillo.
En el aeropuerto coincido con el "Loco del Pelo Rojo y Barbaroja"; Alexandro, un italiano de Milán que vive en Londres con su novia japonesa y que andaba con la bicicleta por el Bolsón en la casa de Agustín Porro creyendo que bajar la Patagónia por la "Ruta 40" era moco de pavo. Nos alegramos de la coincidencia y me cuenta los avatares de la casa hippie y sus personajes.
Cuando sobrevuelo la ciudad veo como esta se extiende horizontalmente hasta que pierdo su vastedad por las nubes que atravesamos. Enseguida reposo la vista en las azafatas de Air Comet que, como una amiga aeromoza me advirtió, son de una belleza tal que parecen sacadas de un desfile, y Bs As se va quedando atrás.
P.d. Entuertos: el día que lié una grosísima en el aeropuerto de Bariloche porque pensé que me habían robado la mochiluca de mano y puse a todo el mundo en acción... y siempre estuvo allá donde la dejé.
Cuando creí haber perdido el pasaporte y el avión salia y solo fue que tenia día travieso y se coló en otro lugar insólito. Bochorno.
La perdida de las llaves del candado del arcón del equipaje al salir con urgencia al aeropuerto en plena noche...y su posterior encuentro justo antes de liarme a arrancar el mueble a patadas y mordiscos en el dormitório compartido.
Esta madrugada, al aterrizar en Barajas paso el control de aduanas sin declarar que llevo conmigo 100 bragas floreadas y otras prendas de lencería que Yoli me ha colado en el equipaje. Tengo preparadas diversas explicaciones surrealistas.
No mucho tiempo atrás todo esto sucedía del peor modo y con las peores consecuencias; indefectiblemente la cagaba: como cuando los puros de la Habana en un numero de 975; los 30 pares de gafas d U.S.A; el rubí de Birmánia, las hamacas de Ecuador...
Voy mejorando, como el vino que no se avinagra.

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