domingo, 21 de diciembre de 2008

¡¡¡VAYA SUSTO !!!

Hoy he tenido una visión: Franco resucitaba. El acontecimiento ha tenido lugar cuando me paseaba por la plaza del ayuntamiento de Santander donde una multitud congregada era objeto del mismo fenómeno. La figura del Generalísimo cabalgando un corcel y con el rostro de las antiguas pesetas emergía de un pedestal y flotaba a unos 5 metros del suelo balanceandose en el aire suavemente. Boquiabiertos, expectantes y temerosos observábamos tal acontecer; algunos, embargados por la nostalgia, creían estar ante una visión mariana. El Caudillo junto con su cabalgadura y muy lentamente se ha movido girando ante el respetable, como un rejoneador en la plaza de toros. Su templada mano tiene asidas las riendas del brioso caballo que se aguanta con los ojos desorbitados,con el trote contenido, por las bridas en la boca desencajada. Picasso pintó uno así en el Guernica. Sobre ese remedo de país enloquecido domina el destino de la nación extraviada el General. Por si las moscas alguien le ha encadenado fuertemente y también unas cinchas le rodean como a los locos peligrosos o como a los monstruos de laboratorio; es por ello que no huimos en desbandada. Mientras unos operarios percuten y sueltan el hormigón agarrado a los cascos del caballo, una inmensa nube de humo blanco surge ascendiendo y le cubre espectralmente: es humo del mas allá. Los comentarios mas diversos se oyen y los fantasmas enfrentados asoman la patita. Luego la grúa que lo sujeta le introduce en la caja de un camión. Hay un momento terrible en el que la estatua es desencadenada; muchos somos los que retrocedemos con aprensión; quizás se desencadene también su furia, su revancha; quien sabe. Pero los operarios son expertos en estas lides y enseguida vuelven a amarrarle; esta vez rodeándole con unas cinchas de color azul que parecen bandas de homenaje. Todo apunta a que va a volver a desfilar por la ciudad como hiciera 45 años atrás; sin embargo la cordura se impone y finalmente se le cubre por entero con un plástico negro. El alivio es mayoritario. De ese modo amortajado sale en el camión entre vítores de unos y abucheos de otros en su último desfile hacia las afueras de la ciudad, hacia las afueras de la memoria. Paquito.

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