viernes, 2 de enero de 2009

YA CAERAS, YA

Algunos nadaban en la abundancia, con el agua al cuello de deudas calientes, pero bebían en cálices de oro y en copones y cuernos de la abundancia hechos de marfil tallado y de jade balines. Entre la Avenida Eurodolar y la Calle Estafadores venían a reunirse en un grandioso edificio que se elevaba hacia el cielo hasta perderse en el firmamento cuando era visto desde las primeras escaleras desplegadas en la calle financiera. Se entra en el edificio atravesando varios controles de seguridad. En el primer control existe una avanzadisima maquina que mediante sofisticados métodos consigue leer en las pupilas la corruptela y la avaricia de los hombres y mujeres de Ciudad Codicia. En la segunda, una bandeja de plata con una forma adecuada permite dejar depositada la barbilla y abrir la boca hasta mostrar las lenguas que se desenrollan en forma de fajo de billetes de curso legal. El ultimo dispositivo sirve para extraer una gota de sangre negruzca y certificar su composición del tipo Brent. A partir de ahí uno tiene derecho a un asiento en uno de los tronos y a alimentarse de globos terrestres mientras que un fondo musical de cajas registradoras le llena los oídos. El edificio esta protegido contra terremotos y tumultos, es resistente al fuego y a las criticas y ha sido diseñado para flotar sobre ríos de sangre. Pero ante las puertas se ha situado un profeta agarrado a una guitarra ecléctica con un potente amplificador. Los cristales tiemblan y los primeros granos de arena del desierto se posan en las escaleras y el viento sopla.CABRONES.
Al pie del cañón esta la familia Zacarías; al pie del cañón que deben. Sufren de hipoteca. El hijo menor surge de las cenizas con uno de sus riñones entre las manos y se lo ofrece al mejor postor. Evelinda, la bienamada hija de rizosos cabellos rubios salta a la comba en la hierba de un lujoso jardín, completamente desnuda. Son dos potentados financieros y facinerosos con la bragueta abierta quienes bailan la comba. También está Rodolfín con ambos brazos aserrados a la altura de las orejas en una arriesgada maniobra especulativa en el mercado bursátil. Los padres: Mama Notengonada y Papa Quehaydecomerayer han procurado educarles en valores, en una escala que va de aquí para allá: los valores bursátiles, los valores inmobiliarios, los valores tangibles. Atesoran tanta moral que esta ya es doble. Pero queda la hija Esperanza. Muerta de miedo se esconde ya que se ha puesto precio a su cabeza y hay alguien que cocina en una inmensa olla una salsa en la que cocer su verdoso corazón. Perros de la guerra y puercos adiestrados la buscan entre las montañas de cuerpos suicidados. Husmean por aquí y por allá en las nuevas catacumbas y prueban a morder a tontas y a locas; tariscos y destelladas en el aire que causan temor y unos chasquidos. El tatarabuelo Zacarías conoce al enemigo y tiene cargado de razones su arcabuz. Desde la ventana apunta a la multitud contaminada y dispara pero sus sueños son de pólvora mojada. Una lagrimonas ruedan por sus mejillas y como el ámbar se quedan fosilizadas atrapando en su interior a los culpables del asunto. Hay un albur de luz en el horizonte; se trata de un nuevo Sol patrocinado por una afamada marca comercial. La población entera se arrodilla y lo reverencia. Es el nuevo Dios, El Dorado que traerá en sus rayos la luz, a un precio competitivo y surtido de variadas tarifas opcionales.

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