miércoles, 7 de enero de 2009

OMINUS

Lo mas interesante que le había pasado en los últimos 15 años le había sucedido en esa mañana cuando se disponía a coger el autobús y este había pasado de largo dejándole en la estacada. Y maldita su suerte porque precisamente a primera hora tenía que presentarse ante el director de la oficina de estadística para tratar lo de su ansiado ascenso. Se encontraba atónito en la calle desierta bajo la luz de una farola viendo la parte trasera del autobús sacar humo blanco por el tubo de escape. Curiosamente era la primera vez que veía ese plano en 11 años ya que podía jactarse de no haber faltado jamas al trabajo ni llegado tarde a la parada. Le parecía por momentos estar viviendo un sueño; pero si hasta conocía el nombre de los conductores y se interesaba por sus familias y los aniversarios de sus hijos. Nunca se había visto tan desamparado; aquel autobús era una prolongación mas de su casa y su seguridad y los habituales que a él se subían lo eran de su familia; podría decirse. No sabía que hacer hasta que sus pies se pusieron en marcha ellos solos por el embaldosado mojado produciendo una sorda canción o un dialogo a base de sonoros chapoteos. Creía estar viviendo algo mas que un sueño, un delirio producto de una ingesta excesiva de fármacos. Pero él, al contrario que su vecina de puerta no se intoxicaba con extrañas mezclas. Se sentía como mareado aun así y los edificios a los lados parecíanle estar dormitando, apunto de despertar y moverse ondulantemente entre bostezos. Todo aquello le resultaba nuevo y fantasmagórico visto desde afuera del autobús. Le dolían los ojos del frió y se recogía en el abrigo lamentandose de no tener unos guantes que ponerse, ya que una mano descubierta cargaba con el maletín de los informes donde además llevaba el almuerzo y unos suplementos dominicales que no había terminado de leer el día anterior. También sintió la necesidad de un gorro y pasó un momento imaginandose cual le sentaría mejor para su rostro. Por un momento creyó haber sonreído, pero no; el frió y la extraña incertidumbre cernida sobre su ánimo se lo impedían. Volvió de sus pensamientos a prestar atención a las calles ya que ahora le tocaba girar y no ver lo que se le venía de frente le inquietaba y le ponía en estado de alerta. Quizás fuera una plazoleta con una fuente surtiendo agua o una amplia avenida; fuera lo que fuera él no lo recordaba. Escuchó un ruido serpenteando a un lado cuando se giró: era un barrendero limpiando las calles desiertas. Con el chorro de agua de la manguera empujaba por las orillas de los edificios basura acumulada con la que formaba diestramente unas montañitas empapadas. Se detuvo el hombre y observó tomando asiento en un banco. Una gran calma le invadía y descansando confiadamente en ella permitió que la ciudad fuera despertándose poco a poco. Escuchó el ruido de la persiana metálica de un comercio abrirse y la bocina de un vehículo perdiéndose por una calle lateral. Algo tenia sentido allí; un gran acontecimiento estaba teniendo lugar; una especie de parto. Y esperó a que el día sucediera.

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