Llegamos al feo pueblo de Jomson pasado el mediodía. Aquí está el único aeropuerto de la zona y parece que el ambiente es menos acogedor, menos familiar, la suciedad es otra. Lo pasamos de largo tras sellar la cartilla en el puesto de control. Hay Internet y cajero para sacar dinero. El camino ya no tiene encanto alguno por lo que decidimos subirnos a un bus de esos que van hasta los topes y que te cobran el triple por ser extranjero con destino a Marpha. Se celebra una boda y aprovechamos la parada para ponernos a gusto de zumos de manzana local. Sentados por la tarde sobre una loma que domina el pueblo vemos el insólito espectáculo de un enorme rebaño de cabras compuesto por 250 cabezas que descienden de las penosas cumbres hacía nosotros. Se saben
el camino y entran dando saltos en los establos de las casas sin ayuda ni indicación alguna. Un verdadero espectáculo. Cada una da muestras de saber a donde ir. Que más quisiéramos nosotros.
Ducha caliente.
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