martes, 10 de mayo de 2011

ANNAPURNAS-8 JORNADA- LA CEGUERA DE LAS NIEVES

No pego ojo en toda la noche porque no los puedo tener abiertos, y cerrados tampoco, del escozor terrible que sufro. Como si me hubieran arrojado en ellos arena incandescente a puñados. Ayer subí sin gafas al Ice Lake...y el resultado de semejante imprudencia ha sido que me los he quemado, ni más ni menos. Camino de buena mañana a duras penas hasta Manang, que afortunadamente está a 15 minutos y es un pueblo importante. Allí busco asistencia o medicamentos y como algo propio de un milagro, encuentro la única consulta con doctor en todo la caminata, en toda esta parte de la región de los Annapurnas  El doctos californiano cobra 30 dólares a los montañeros y con los ingresos obtenidos atiende gratis a la población local. Ahora tengo que reposar unos días con el colirio y las gotas de antibiótico que me ha dado hasta que la retina o como se llame se regenere. He de descansar la vista todo lo que pueda. Me hospedo en el Mavi's Kitchen en un pequeño bungalow individual por 100 rupias. Llega al mismo hospedaje el grupo que conocí al principio del trekking: el padre e hijo canadienses, la parejita de australianos y el argentino montañero con la espalda rota de antiguas lesiones cuando hacía animaladas para rendir mejor. Como suponía, los dos porteadores nativos, que son hermanos, ya visten ropas
de montaña nuevas, incluyendo calzado apropiado y no esas chancletas rotas y gastadas con las que pretendían subir a las nieves. Bajo las gafas de sol nuevas sonríen muy felices. Todo el equipo ha sido pagado por el viejo profesor de la Universidad de Columbia, que viaja con su hijo y aun resiste. Bien entendido es un acto de solidaridad y generosidad. Me tomo con paciencia lo de los ojos y aprendo a acertar con las gotas dentro del ojo irritado después de derramar unas cuantas por las mejillas y las cejas.
Al menos hoy puedo conciliar el sueño y mis funestas preocupaciones remiten un poco, solo un poco.






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