viernes, 27 de mayo de 2011

ANNAPURNAS- THORUNG PASS.

THORUN PASS - EL ASCENSO                                                           Los que más madrugamos estamos preparados a las 6'30 de la mañana con todo el equipo puesto; las botellas de agua llenas para hidratar el trabajo de los riñones y dopados con una pastilla que recomiendan tomar para oxigenar mejor. Aun así somos el ultimo grupo en abandonar el hospedaje. Llevo tres pares de calcetines de Al Gore Tex y el pantalón térmico por debajo. Sujeto un palo con la mano enfundada en un grueso guante polar. Esta vez llevo las gafas desde el principio para no quemarme los ojos. El día sale perfecto, soleado y en calma; solo queda rogar para que no se levante ventisca, algo que sucede a mediodía y llegar al paso antes de esa hora.
La ascensión comienza...¡ya! sin tiempo para estirar los músculos dormidos. Subimos a pasitos, parándonos de vez en cuando a coger resuello y aprovechar para darnos cuenta del hermoso paisaje virgen y salvaje que nos rodea. Paul, Mike, Marta y yo vamos en un grupo por delante. Más abajo vemos como los demás se incorporan. Los porteadores salvajes con los dos caballos cargados de mochilas nos siguen y pronto nos adelantan con pasmosa facilidad. He conseguido colar mi pequeño saco de dormir en la mochila de Nadia y me reconforta sobremanera saber que ese kilo de menos ya no esta conmigo; aunque solo sea uno. Por lo demás cargo con mi mochila al completo, sufriéndola a mis espaldas. Llegamos al High Camp (4850 metros) y tomamos un té caliente hasta reagruparnos. Danny llega a duras penas, arrastrándose como es habitual en él,  como un náufrago o un "yeti" apopléjico más bien. Ya nos vamos haciendo una idea del asunto. 
A las 8 continuamos rodeados y envueltos de nieve. La senda es un rastro minúsculo de color marrón abierto por los pasos de los madrugadores. Lo seguimos como única referencia en el paisaje blanco y silencioso. Nos rodean los colosos eternos, magnánimos  si se pueden calificar así.
Mimi ha perdido sus gafas y Juanpi no las trae consigo. Les he avisado de las consecuencias y el único remedio que se me ocurre es el de darles un pañuelo algo traslucido que llevo conmigo.Lo rasgo en dos pedazos y con ellos se cubren los ojos. Apenas pueden ver. Solo imaginarse tener un accidente, una imprudencia, llevar el cadáver ambulante de Danny y de dos ciegos por estas altitudes es algo que nos mantiene al grupo con otro tipo de silencio, no vamos de excursión.  A veces se notan los cosquilleos en las extremidades y algo de presión dentro de la cabeza. Ademas de la dificultad para respirar el escaso oxigeno, hay cierta aprehensión a los temidos síntomas del mal de altura. Hace ya días que no crecen arboles tan arriba, aquí no hay vegetación alguna...y sin embargo vemos correr por la nieve una especie de rata o conejo. Se debe de tratar de uno de los síntomas alucinatorios.
Andamos con sumo cuidado por la senda resbalosa con miedo a caer por la ladera hasta el fondo abisal. Los palos de apoyo nos ayudan a asegurar los pasos. Solo los dos nepalis agarrados a las colas de los caballos y tirados por los animales hacia arriba caminan con total seguridad. Avanzar cuesta una enormidad; la mochila parece pesar el doble, o el triple. Solo  avanzo 10 metros seguidos antes de tener que volverme a parar. Seguimos ascendiendo. Quienes van sin mochila disfrutan más de la marcha y avanzan más deprisa, así todo con esfuerzo. Aun no me arrepiento de no haber cargado la mochila en uno de los caballos o en las espaldas de un porteador ya que en el fondo lo que quería hacer era llevar mi propia carga. Milagrosamente aparece una cabaña de piedra donde un tipo extraño nos dan un té a precio de los Campos Elíseos pero que nos sabe a gloria. Y es allí, en ese lugar donde encontramos unas gafas con un solo cristal para Juanpi y, para colmo, otro par con las patillas rotas para Mimi. Pagamos un buen precio por semejantes deshechos pero es la salvación para ellos. Para más inri, cuando aparece arrastrándose el medio difunto Danny, resollando saca de su equipaje otro par que se le había olvidado decir que llevaba. Parece de chiste...surrealismo en las alturas.
Prosigo con mis últimas fuerzas, avanzo en la nieve mareado.
Son las 11'30 cuando llego al paso, al "Torung La". Me reciben con vítores quienes ya han llegado, pero estoy algo aturdido por el esfuerzo. Cuando tomo aire suficiente y descargo la mochila, me siento grande. Recibimos con alegría inmensa a los demás  Laura, Kike, Juanpi, Fer, Mimi, Fran, Danny, Paul, Mike, Marta, Jose y Nadia... el "Gofio Team", ademas de los caballos y los dos tipos rurales y a veces malencarados del Nepal.
Entre las banderas de oración








 tibetanas y la placa que recuerda que este es el paso mas alto del mundo nos abrazamos en el Thorung Pass, a 5416 metros de altura...!!!

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