viernes, 4 de diciembre de 2009

POOL CHATTI ASHRAM

Un jeep Mahindra como los de juguete pero de verdad, como le gustan a mi amigo Rafa Guimón para darles golpes con la llave inglesa y hacerles inventos con rosca y fundición, me conduce río arriba en una alocada carrera a bocinazos sin motivo dando saltos y contracurvas en las rectas. A los 5 Kms Ganges arriba frenamos y bajo la mochila para entrar en reclusión voluntaria una semana. El sitio se llama Pool Chatti y está rodeado de cuidados jardines ayurvedicos e inmensa arboleda. Las habitaciones son espartanas y los edificios que conforman el ashram no destacan por ningún particular, eso sí, muy tranquilo. Somos 28 inscritos que aceptamos la disciplina de levantarnos antes del amanecer y limpiarnos las narices metiendo por los orificios una "lota" por la que sale agua templada con sal, primero por un orificio, y luego por el otro. Meditación, asanas de yoga, paseos y comidas, todo en silencio hasta después de la comida principal que te sirven en una bandeja que tienes en propiedad durante toda la semana. Lo que comemos consiste invariablemente en lentejas, verduras, arroz y chapati. Todas las noches se enciende una hoguera y allí quien quiere se pone a cantar o a tocar instrumentos que hagan ruido: timbales, panderetas... La maestra o guru se llama Lalita y se parece a Yogananda, el de autobiografía de un yogui. Es maja y sencilla; le ayudan dos asistentas suecas; y luego hay por ahí un swami representativo que no hace otra cosa que leer el periódico al sol y soplar una caracola junto al pequeño templo a la hora del "aarti". La convivencia es tranquila y la gente maja salvo quizás un hijo de Spielberg que se llama West y que aun no sabe que pinta aquí, cree que esto es lo típico del país que uno ha de hacer, como ir a Pamplona y correr el Sanfermin. Está perdidisimo tan lejos de Winconsin y no hay quien le entienda cuando habla. También ronda una señora australiana con afán de protagonista a la que atraigo como un imán por donde quiera que me mueva. Las clases de asanas no son muy allá pero tienen mucho curro y se trabaja el pranayama: a mi me gustan. El otro día tuvimos yoga de la risa Tía Felisa. Me ha vuelto el resfriado, mi habitación es un congelador 5 estrellas. Al lado tenemos la playita y los rápidos del Ganges. Todos los días bajan balsas neumáticas cargadas de intrépidos palistas soltando adrenalina. En la última noche se enciende una gran hoguera en la playa, se baila y se canta. West, con su visera de Star Wars, nos mira a través de las gafas. Relumbra su rostro impertérrito al fuego.Cuando se lo cuente a sus amigos de Wisconsin no se lo van ale creer. Helter Skelter...








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