martes, 4 de mayo de 2010

IHLARA

Desayunamos temprano tras ver de nuevo a los globos flotar al amanecer y subimos a los autobuses que esta vez nos llevan más lejos: nos vamos hasta Ihlara que esta a 140 kms. Se trata de una hermosa garganta surcada por un río que recorre un trayecto de 14 Kms por una senda fluvial hermosa y ajardinada emparedada entre altos y colosales paredones de roca. Primero nos detenemos en Selime y pagamos 5 liras turcas por entrar al recorrido que incluye la "catedral": majestuoso peñasco agujereado como un queso gruyer. Lo investigamos en solitario. Subimos por un tubo de piedra unos peldaños desgastados. Me entra vértigo del de verdad, si doy un paso en falso...y me quedo atrapado en mis miedos a mitad de ascensión. Las piernas me tiemblan; si caigo o me resbalo la he cagado del todo. Los escalones empinados se hacen migajas desgastadas de arenilla que mis zapatillas sienten bajo la suela. Decido salir de esa situación angustiosa tirando hacia arriba en un arrebato de arrojo. Alcanzo a Len y casi hacemos cima si no es porque de pronto el túnel se convierte en autentica chimenea y los riesgos a caer son máximos.  Vemos luz a tan solo 4 metros. Descendemos con todas las precauciones y cuando nos reencontramos abajo con Micaela y ve las fotos le entra el vértigo a ella.
Nos vamos por la margen izquierda del río paseando bucolicamente; las ranas saltan al agua a nuestro paso y el agua desciende saltarina entre las piedras. A mitad de recorrido paramos a tomar un té en unas cabañas de madera que están dentro del cauce del río. El pueblo se llama Belisirma y se aprovecha del paso de excursionistas en este hermoso lugar aun no masificado. Aquí empiezan los altos desfiladeros; misteriosas iglesias rupestres y oquedades en ambos lados que exploro.

Hay un burro en un prado de la orilla que huye de un turco que le quiere como fondo de salvapantallas y le persigue con su cámara. Cuando el turco se va sin recompensa el burrito me ve y se acerca todo feliz al trote, se pone a mi lado y baja la cabeza para que le acaricie, dócil y hermoso, lleno de polvo como una alfombra vieja..¡Cuanto amor a primera vista!
Tardamos 4 horas y media en llegar a Ihlara, y como ya atardece nos ponemos a hacer dedo con tan buena fortuna que nos para una furgoneta de jóvenes turcos que van a visitar el volcán Hasan cuya cumbre veíamos a lo lejos cubierta de nieve. El viaje de regreso es un cachondeo y además, son tan amables que luego nos dejan en nuestro destino, 25 kilómetros fuera de su ruta, en la parada de autobús. Muy buen día, ¡si señor!




No hay comentarios: