Lilian Sum espera en su casa a las 9 y de allí salimos pitando hacia el centro para continuar con las charlas. Hoy todo resulta mas fácil de llevar a cabo pues lo principal ya se preparo ayer. La batería de la cámara de vídeo esta bien cargada y el trípode se mueve algo menos. Vuelven los profes indios entre los cuales se encuentra una madrileña, Marta, que hace tres años pasando por aquí sintió la llamada de hacer algo y fundo una escuela que dirige y en la que da clases sin ser maestra titulada, pero que como ella misma indica, la necesidad y las ganas son maestras . Todo sale bien y al final todos se van contentos pero agotados con la cantidad de información, vídeos, fotos, material...pues para ellos todo esto les resulta realmente novedoso. Y para mi en parte también.
Por la tarde, paseando por el templo principal donde se ilumino el Buda, tengo una visión Dos princesas del Mahabharata aparecen entre los jar
dines rodeadas de turistas, monjes y fisgones. Son Aurora y Flor vestidas con lujoso saris que vienen de darse un masaje con Veda. Están resplandecientes y esbeltas aunque este no es el sitio mas adecuado para exhibirse. Parece que uno se encuentra en una producción de Bollywood. Por supuesto me voy con ellas para fardar de amigas y ganar popularidad. Veda lo pasa en grande con sus creaciones elevando la autoestima femenina hasta cuotas altisimas y no para de reírse por la calle escandalizando a los tranquilos y pausados caminantes, a los monjes y a los peregrinos. Es todo un polvorín, la señora.
dines rodeadas de turistas, monjes y fisgones. Son Aurora y Flor vestidas con lujoso saris que vienen de darse un masaje con Veda. Están resplandecientes y esbeltas aunque este no es el sitio mas adecuado para exhibirse. Parece que uno se encuentra en una producción de Bollywood. Por supuesto me voy con ellas para fardar de amigas y ganar popularidad. Veda lo pasa en grande con sus creaciones elevando la autoestima femenina hasta cuotas altisimas y no para de reírse por la calle escandalizando a los tranquilos y pausados caminantes, a los monjes y a los peregrinos. Es todo un polvorín, la señora.
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