martes, 3 de febrero de 2009

LÁGRIMAS DE COCODRILO

Había una vez una ranita que vivía en la poza de un rió. Protegida del tórrido sol por las ramas bajas de los árboles disfrutaba saltando de las rocas al agua y descubría sus dotes de excelente nadadora sin rival manteniéndose bajo las claras aguas varios minutos sin respirar. Aquí se vivía mejor que en el ancho rió donde los cocodrilos abundaban y causaban gran temor. Hacía mucho que no se veía uno por la poza y por ello se hablaba de los saurios como se habla de los seres mitológicos y legendarios. Eran muchos los cuentos y las historias que sobre los cocodrilos se contaban los seres que habitaban en la poza; aun así, la mera idea de que uno de ellos apareciera les asustaba enormemente. La rana, que era muy joven escuchaba esas historias y el terror que le producía a la vez le maravillaba. En esa su primera primavera vio en un día soleado un extraño ser vestido de alegres colores revoloteando indecisamente que enseguida atrajo su atención. Tras largos titubeos se vino a posar sobre una flor lila cuyos pétalos apenas sintieron la caricia del aterrizaje. Entonces la rana asombrada y curiosa le preguntó." ¿Eres tu acaso un cocodrilo?" La mariposa sorprendida al ver que aquel pequeño ser producía semejante grave voz plegó y replegó sus lindas alas antes de decidirse a contestarle, ya que nadie les había presentado y no le parecían esos los modales adecuados para dirigirse a una dama de tanta hermosura; pero al fin le contestó." No, pequeño ser de grave voz. Te diré que yo soy un elefante." Y para ganarse además de la admiración su respeto añadió con énfasis " y puedo aplastar cualquier cosa bajo mi peso; puedo retorcer mi espiritrompa y levantar en el aire cualquier cosa que me proponga y mira que enormes orejas tengo." Le mostró entonces sus lindas alas de colores y aleteando algo mas rápido se desprendió de la flor volando sobre la rana que le seguía con sus enormes ojos saltones. " pero ya que lo quieres saber te diré que los cocodrilos tienen una piel verdosa, unos ojos que sobresalen del agua, que saben nadar como ningún otro ser del rió, pero que son torpes en la tierra y que cuando lloran vierten unos lágrimones que llaman lágrimas de cocodrilo. Pero no pueden volar como los elefantes." Añadió por último coqueteando indecisamente en el aire llena de presunción.- "Por lo que veo muy bien pudieras ser tu mismo un cocodrilo". La rana bajó un momento la mirada y viose reflejada en las aguas cristalinas. Estaba claro: ella era un cocodrilo y por fin lo sabía. Su breve vida de dicha en la poza habíase acabado en un santiamén. Soltó unos lagrimones que rodaron hasta la piedra donde reposaba y sintió la gran tristeza de haberse enamorado de un imposible ser que jamas le respondería. La naturaleza le castigaba y le convertía en un ser vil, frió y solitario. Se adaptó a la nueva circunstancia tan pronto como pudo y elevó la mirada de nuevo. Veía con los ojos borrosos a su amada volando esquivamente bellamente adornada. Al pasar sobre él a escasa distancia abrió la boca y como un latigazo soltó la pegajosa lengua en el aire. Fue todo muy breve para la mariposa. Después la ranita soltó un eruto y croó para a continuación zambullirse de un salto en las aguas y vivir esa vida de cocodrilo que le había sido anunciada.

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