jueves, 18 de diciembre de 2008

EPISODIO

El amigo de toda la vida viene todos los Martes y Miércoles para darme la extremaunción, ya que a veces parece que me muero y otras no. Pero solo es en las primeras que se alegra y en las otras demuestra un gran fastidio. Como no puedo hacer que le echen de aquí me he de aguantar. Posee una gran memoria de los viejos tiempos y una asombrosa capacidad discursiva con la que darlos rienda suelta. Lo mismo se remonta a los tiempos de parvulitos y me recuerda la vez que casi le saco un ojo con una pintura de cera afilada, que se me viene hasta la época en que me fornicaba a su esposa vestida de novia en las horas previas a su boda. Yo ya me había olvidado de muchas cosas; de memoria iba él mejor servido. De cuando atropellé a su chucho dando marcha atrás al coche ya no me acordaba y de cuando le aplastó la bici la apisonadora que hice andar en las obras de la carretera nueva, tampoco. A qué venía todo esto ahora, no lo se. Alguna mosca le ha picado; pero lo que a mi me pasa es que me duele todo y la morfina ya no surte efecto en mis nervios quemados. Tampoco puedo articular palabra y la fuerza en los brazos es la justa para alcanzar el vaso de agua. Estoy tan cansado que no tengo sueños, solo esta realidad dolorosa. Se que hoy es Miércoles porque aquí le tengo sentado en el sillón mirando por la ventana al resto de pabellones. No se que me esta contando ahora de esa vez que le deje sin blanca y sin coche porque me fui al casino y me lo jugué todo y tuve que volverme a casa en el coche de un tipo con mejor racha. Ayer me vino con una monserga del estilo: parece ser que algo dije de su madre cuando murió; que me alegraba de que esa furcia que le había malcriado estuviera cubierta de tierra y que tan solo lamentaba que no lo estuviera de estiércol.
Ahora parece distraido,algo estúpido. Le he metido en la coca cola suficiente morfina como para matar un caballo. A ver si tiene huevos de venir el Martes.

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