domingo, 29 de noviembre de 2009

RISHIKESH

La pregunta que más frecuentemente se encuentra uno estando en Rishikesh es: ¿Tu sabes de alguna clase buena de yoga? Paradojicamente aquí, en la llamada capital mundial del yoga, abundan los lugares de calidad mediocre y uno corre el riesgo en ellos de terminar con el cuello partido haciendo algo raro bajo la indicación inadecuada de un esmirriado vestido de blanco, o puede morirse de aburrimiento observando a un saleroso panzudo haciendo trucos de barriga y doblez de pierna para sacarte los cuartos. El bien más preciado en Rishikesh consiste en aquella información que te dan otros que lamentablemente ya han pasado por unos cuantos de estos lugares con grandes y llamativos anuncios de pseudo- maestros. Así ya vas afinando mejor el siguiente tiro. Por fortuna, todas las clases son baratas y algo se termina haciendo con el cuerpo mente en esas dos horas de ejercicios, más que lo que hacemos muchos en nuestras casas; pero el tiempo es escaso y uno ha de aprovechar cada clase al máximo antes de regresar a su país. Tras unos cuantos días de fallo-error, uno va encontrando los mejores sitios, que son unos pocos. Como me decía Andres Roseñada, buen profesor de yoga y veterano de la India: "si quieres aprender algo de yoga vete a Dinamarca o a otro sitio de Occidente, no te vayas a la India". Supongo que como en el resto de este país  tanto hay de cierto en ello como de falso, porque ambas caras de la moneda brillan en la India con la misma intensidad en todos los aspectos de la vida. Aun así yo no soy muy exigente y me conformo con estirar el pie o la oreja y respirar pa dentro y pa fuera aun a sabiendas de que el Yoga es mucho más que todo esto y que requiere un compromiso de por vida, un continuo aprendizaje.
Por lo demás la ciudad está muy bien, con el Ganjes bajando directamente de las cumbres limpio y sosegado antes de contaminarse asquerosamente y los templos y los ashrams diseminados aquí y allá. Me emociona sinceramente ver el hospital de caridad que Swami Sivananda abrió en 1950 funcionando. Tambien visito el Sivananda Kutir donde realizo su intensa sadhana de diez años (1924-1934)
Me alojo en una habitación con terraza mirando el "sagrado río





 
 a costa de pagar un poco mas. Esto me va a gustar.....

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