y yo también.
viernes, 18 de junio de 2010
SOZOPOL
Pasan los días de Junio en el turístico balneario playero de Sozopol. Me siento afortunado de haber dado con la casa de Sasho Hristov en la península del casco antiguo, llena de casas de madera y suelos empedrados para que las búlgaras con tacones de aguja jirafeen atronchadamente. Mi habitación es preciosa y tiene balcón. Aquí me quedo los días viviendo una especie de rutina que consiste en ir a la playa, tomar algo en terrazas de primera linea a precios ridículos y envolverme en la quietud de mi cuartito. Tengo las energías bajas y necesito que pasen estos días molondros. Me voy acostumbrando a oír Modern Talking y a los Gibson Brothers para desayunar y ya salgo con mis gafas de sol oscuras, como todos los demás. Abandono libros decepcionantes en las mesas de los cafés y me libero de esa carga. Hay maquinas de dar puñetazos en el paseo marítimo ..jo! El misterio de las voces vulgares...Extraño lugar este para varar. Siento que no estoy alineado con el orden cósmico, como si todo lo bueno pasara a mi alrededor, al otro lado, en la otra calle, en el otro chiringuito...en el otro planeta; y al volverme no llegara a tiempo de vivirlo llegando siempre tarde. Me replanteo las cosas y no llego a conclusión alguna. Doctor, ¿que me pasa? Me compro una caja de bombones y una botella de vino tinto de la tierra. En la noche solitaria me los voy zampando y bebo a morro de la botella, pero no la acabo porque no pretendo embriagarme, solo darle a los sentidos una oportunidad para sacudirse o desvanecerse. Me sienta bien y ya me veo recargado de nuevos bríos. Pero es de noche y toca dormir. Mañana salgo de aquí como sea; la nave nodriza ha sido atacada ya está reparada. Vuela a otros territorios. Ya es viento de irme; el mar se encrespa,
y yo también.
y yo también.
lunes, 14 de junio de 2010
PLOVNIV- SOZOPOL
El viaje en tren lo comparto con un viejillo con aspecto de jesuita. Hablamos de cosas en común sin entendernos nada. Hablamos de nuestros hijos: el tiene un Wolksvagen Golf y yo una Renault Kangoo. El suyo es del anio 1990 y el mio del 2000...Jo! El suyo es TDI 90 cv; ¡y el mio tambien! ¡Recórcholis!
El tren es una tartana vieja y hace calor. Tardamos 5 horas en llegar a la costa del Mar Negro. De Burgas voy en bus a Sozopol y subo andando la pedregosa cuesta del casco antiguo en busca de habitáculo. Encuentro mi morada y me siento terriblemente afortunado; voy a llorar. En la punta de la península, en la casa de Shivo Hristov: una casa antigua típica de madera entera, próxima al mar. La habitación es ideal, bonita, coqueta, con balcón; y la cocina es de uso común, al igual que el limpio y completo baño. Decidido: aquí me quedo unos días. Son solo 10 euros y cerca están las playas. En la zona hay cafés y restaurantes y tienditas.
Me doy los primeros baños en el Mar Negro y salgo limpio del agua en calma, que está de lo más agradable y transparente. A lo largo de la playa se suceden los chiringuitos y sitios de comida que invariablemente dedican sus energías a poner música hortera: porque este es un país hortera. Esta plagado de hombrones con aspecto de portero de discoteca cortados por un mismo patrón: cadenas enormes alrededor de gruesos y cortos pescuezos, tatuajes, gafotas de sol y hembra pelandrusca al hombro vestida para mostrar sus opulencias, sobre tacones de aguja llevando bolsos de plástico acharolado. Son ogrorosos. Ahora ya sé de dónde eran aquellos horteras que divisé en Petra, con todas las pechugas al aire, las cadenonas y las plataformas ridículas para andar en el desierto. Así no hay quien gane Eurovisión, ¡vamos! No encuentro "charme" ni joven que me inspire un suspiro. La palabra que me sale es "magrear". Contagiado del ambiente salgo a pasear por la orilla y decido aplacar la ira que me invade estos días por falta de buena alimentación vegetariana dando pisotones y chafando los castillos de arena de los niños, sin dejarme uno solo atrás ¡Arrgghhh! Los ogros son de aquí y los dráculas, del país de algo más arriba.
El tren es una tartana vieja y hace calor. Tardamos 5 horas en llegar a la costa del Mar Negro. De Burgas voy en bus a Sozopol y subo andando la pedregosa cuesta del casco antiguo en busca de habitáculo. Encuentro mi morada y me siento terriblemente afortunado; voy a llorar. En la punta de la península, en la casa de Shivo Hristov: una casa antigua típica de madera entera, próxima al mar. La habitación es ideal, bonita, coqueta, con balcón; y la cocina es de uso común, al igual que el limpio y completo baño. Decidido: aquí me quedo unos días. Son solo 10 euros y cerca están las playas. En la zona hay cafés y restaurantes y tienditas.
Me doy los primeros baños en el Mar Negro y salgo limpio del agua en calma, que está de lo más agradable y transparente. A lo largo de la playa se suceden los chiringuitos y sitios de comida que invariablemente dedican sus energías a poner música hortera: porque este es un país hortera. Esta plagado de hombrones con aspecto de portero de discoteca cortados por un mismo patrón: cadenas enormes alrededor de gruesos y cortos pescuezos, tatuajes, gafotas de sol y hembra pelandrusca al hombro vestida para mostrar sus opulencias, sobre tacones de aguja llevando bolsos de plástico acharolado. Son ogrorosos. Ahora ya sé de dónde eran aquellos horteras que divisé en Petra, con todas las pechugas al aire, las cadenonas y las plataformas ridículas para andar en el desierto. Así no hay quien gane Eurovisión, ¡vamos! No encuentro "charme" ni joven que me inspire un suspiro. La palabra que me sale es "magrear". Contagiado del ambiente salgo a pasear por la orilla y decido aplacar la ira que me invade estos días por falta de buena alimentación vegetariana dando pisotones y chafando los castillos de arena de los niños, sin dejarme uno solo atrás ¡Arrgghhh! Los ogros son de aquí y los dráculas, del país de algo más arriba.
sábado, 12 de junio de 2010
SOFIA- PLOVNIV
Voy a salir de Sofia y camino en dirección al tranvía número 7 que te apea en la estación de tren. Voy bien encaminado pero entro en una tienda a fisgar algo y cuando salgo lo hago por otra puerta. Ya voy mal sin darme cuenta y cuando subo al tranvía con las mochilas parto en dirección contraria a mi destino. Este país me quiere retener contra mi voluntad, por algún mal karma. Voy viendo los suburbios cada vez mas desangelados y ni rastro de la estación principal. Una mano golpea mi hombro y giro arriba la cabeza para ver a una señora horrible que me pide el billete. Se lo doy, lo mira, lo palpa pasando el dedo por la superficie y me dice en cirilico que tengo que pagar una multa.¡Toma ya! Me indica una especie de cenicero roñoso colgado de una ventanilla y luego va ella y allí lo perfora. ¡Asi! Le digo que no pago nada y me dice que va a llamar a la poli. Le digo que llame a quien quiera. Tiene cara de vinagre, de carcelera de un frenopático de la otra era oscura, un residuo de los viejos tiempos. Me apeo en la siguiente y ella conmigo. No quiere soltar a su presa. Me las piro caminando calle arriba. Cuando un ciudadano me informa de que voy por mal camino (como siempre), me cambio de calle y espero al tranvía que vuelve. Espero no encontrarme con la tipeja agria. Deshago todo el camino pasando de nuevo por sitios ahora conocidos y llego a la estación justo a tiempo; a tiempo de perder el tren.
La conductora del tranvía, por cierto, se gano el puesto en un concurso de bofetadas derrotando incluso a varios oponentes masculinos. La gente que trabaja para el estado y cosas afines tienen esa mala pinta burócrata amargada del régimen y quienes lo hacen en el sector privado, más alegría. Al final consigo llegar a Plovniv, que esa era la cuestió
n.
La conductora del tranvía, por cierto, se gano el puesto en un concurso de bofetadas derrotando incluso a varios oponentes masculinos. La gente que trabaja para el estado y cosas afines tienen esa mala pinta burócrata amargada del régimen y quienes lo hacen en el sector privado, más alegría. Al final consigo llegar a Plovniv, que esa era la cuestió
n.
martes, 8 de junio de 2010
BULGARISTAN
Cruzo de noche la frontera de Bulgaria en un autobús nocturno con destino a Plovniv, pero que me lleva hasta Sofia porque así lo ordenan los jefes del bus; me da igual. Después de tramites aduaneros y algunas preguntas capciosas para verificar que no soy un agente secreto o "queseyo" admiten que soy un turista con pasaporte en regla y continuamos adelante. En Sofia todo esta en cirílico, ¡que lio, madre! Encuentro alojamiento en el Art Hostel situado muy céntrico, con jardincito y ambiente bohemio. La cama en el dormitorio de altos techos cuesta 15 euros y solo estamos tres; por ahora. Abajo, en la planta subterránea hay salitas y un bar; todo muy "underground" con pinturas y fotos y algún concierto.
Salgo a aprovechar el soleado día y me atiborro de fruta baratisima en los puestos callejeros: cerezas, fresas, ummm! Hago una visita al Politecnico; muy ordenado y eficiente. Luego encuentro el Museo de los Uniformes; instructivo y didáctico. Saco unas fotos al Obelisco; proeza de granito socialista-realista. La Casa Museo del autor de "Bajo el yugo" transmite una profunda idea del marxismo ferroviario. Por si esto no fuera poco , entro en la "Escuela de Envoltura" del afamado Kristo. En el primer año de curso envuelves un trailer y una estacion de trenes en el segundo, y al acabar terminas envolviendo un acorazado del Mar Negro. La estatua al soldado desconocido me decepciona porque Lovatov no ha conseguido encontrarlo para su familia.En los parques se juegan intensas partidas de ajedrez; el tiempo corre en los relojes: maxima concentracion... el músculo cerebral suda la gota gorda que cae sobre un triste peón en paro cuyo destino depende de un señor que fuma en pipa.
A ratos parece que estoy en mi barrio porque muchas calles adolecen de encanto. Pero los tranvías me despejan las dudas y siguiendo su ruta voy encontrando las sorpresas de la ciudad. Continuo caminando porque todo esta cerquita y ya consigo tener el mapa y la orientación en mi cabeza para mañana atacar mas a fondo a Sofia por la entrepierna. Mientras tanto me contento con charlar con las camareras de un café muy guapo...como ellas.
Hoy es el día siguiente y Sofia no me ofrece nada mas en particular. Me siento como en Torrelavega en un dia soleado. Así que mañana me piro de aquí, hacia unas montañas con pedruscos interesantes: Belogradchik; a respirar oxígeno y admirar estrellas. En el café de ayer de las chicas bonitas Gala me cuenta en español perfecto que pasará el verano en Oviedo con su novio y que trabajará en la Universidad. Y le asombra que sea español de lo bien que hablo inglés, porque en España nadie habla bien inglés y en la Uni solo tres profes hablan algo. Lo escucho en todos sitios y debe de ser cierto. Esta es la crisis de un país que vive del turismo sin hablar idiomas y que no inventa nada ni tiene patentes. Mi hermana me soltaría ese rollo de Ramon y Cajal y la fregona y el Chupa- Chups...nada, que todo lo solucionamos metiendole un palo a algo o a alguien; al jamon de bellota o a un ordenador portátil, que más da.
Salgo a aprovechar el soleado día y me atiborro de fruta baratisima en los puestos callejeros: cerezas, fresas, ummm! Hago una visita al Politecnico; muy ordenado y eficiente. Luego encuentro el Museo de los Uniformes; instructivo y didáctico. Saco unas fotos al Obelisco; proeza de granito socialista-realista. La Casa Museo del autor de "Bajo el yugo" transmite una profunda idea del marxismo ferroviario. Por si esto no fuera poco , entro en la "Escuela de Envoltura" del afamado Kristo. En el primer año de curso envuelves un trailer y una estacion de trenes en el segundo, y al acabar terminas envolviendo un acorazado del Mar Negro. La estatua al soldado desconocido me decepciona porque Lovatov no ha conseguido encontrarlo para su familia.En los parques se juegan intensas partidas de ajedrez; el tiempo corre en los relojes: maxima concentracion... el músculo cerebral suda la gota gorda que cae sobre un triste peón en paro cuyo destino depende de un señor que fuma en pipa.
A ratos parece que estoy en mi barrio porque muchas calles adolecen de encanto. Pero los tranvías me despejan las dudas y siguiendo su ruta voy encontrando las sorpresas de la ciudad. Continuo caminando porque todo esta cerquita y ya consigo tener el mapa y la orientación en mi cabeza para mañana atacar mas a fondo a Sofia por la entrepierna. Mientras tanto me contento con charlar con las camareras de un café muy guapo...como ellas.
Hoy es el día siguiente y Sofia no me ofrece nada mas en particular. Me siento como en Torrelavega en un dia soleado. Así que mañana me piro de aquí, hacia unas montañas con pedruscos interesantes: Belogradchik; a respirar oxígeno y admirar estrellas. En el café de ayer de las chicas bonitas Gala me cuenta en español perfecto que pasará el verano en Oviedo con su novio y que trabajará en la Universidad. Y le asombra que sea español de lo bien que hablo inglés, porque en España nadie habla bien inglés y en la Uni solo tres profes hablan algo. Lo escucho en todos sitios y debe de ser cierto. Esta es la crisis de un país que vive del turismo sin hablar idiomas y que no inventa nada ni tiene patentes. Mi hermana me soltaría ese rollo de Ramon y Cajal y la fregona y el Chupa- Chups...nada, que todo lo solucionamos metiendole un palo a algo o a alguien; al jamon de bellota o a un ordenador portátil, que más da.
domingo, 6 de junio de 2010
ESTAMBUL 4
Adiós Estambul; mon amour. Tamam.
justo he tenido tiempo de conocer la "Moda" lleno de artistas pintando, cafés, centros culturales...he mirado los alquileres pa venirme un mes la proxima vez...yuppyyy
y!!!!
ESTAMBUL 3



He descubierto Kadikoy, una zona de Estambul llena de vida, en Asia, toma ya. Básicamente está frecuentada por locales, algunos profesores de ingles y algún turista perdido. La zona del embarcadero de Ferrys esta llena de puestos callejeros y desde el próximo conservatorio de música se escapan las notas a la calle para confundirse con las bocinas de los barcos que como trombones de varas hacen sus pinitos en la rítmica partitura de la vida. Hay tiendas de libros y discos de segunda mano, de cómics, de antigüedades y almonedas; cafés y restaurantes con conciertos y algunas galerías de arte. Me explican que eso es porque es un barrio socialista y me callo. Hay ahora conciertos en el paseo marítimo y una pequeña feria con una veintena de puestos coloridos. El grupo que toca esta compuesto de 8 músicos. Su repertorio esta basado en la música tradicional turca, de gran belleza y ritmo. Las gitanas balcánicas que venden flores y que son mas feas que las patatas viejas se arremolinan ante el escenario al aire libre y comienzan a contonearse con gracia y convulsos golpes de cintura. Entonces acude más público y todos somos cautivados por su atrevimiento y desparpajo; incluidos los propios músicos. Se ganan por unos minutos el respeto y la atención de los presentes y por ultimo el aplauso merecido de todos. Estrellas por un día, fugaces. En la imponente estación de trenes de Haydarpasa, palacio de principios de siglo de estilo Neo Clásico Germánico Atómico, regalo de un Kaiser a un Sultán, se están celebrando interesantes propuestas escénicas: danza contemporánea sobre andenes, conciertos de música europea balcanizada, proyecciones vanguardistas sobre la fachada al anochecer, teatro y pelis en la gran sala de espera de la estación...A ver si siguen así el 2011. Como no sabía nada de todo esto lo disfruto el doble. Los otomanos vuelven a la carga con sus ropajes y sus músicas potentes. ¡Que divertido! En el ultimo concierto de la noche han arrojado mas de 80 grandes cojines de colores sobre el suelo de la estación y al final todo el mundo se ha levantado a bailar espontáneamente con gran jolgorio y alegría. Nunca había visto antes una estación de tren tan divertida. Mañana más. Ya no me sacan de Kadikoy, ya que solo me queda un día antes de partir.
Pero hay pasajeros vestidos de luto a los que no veras divertirse nunca y que parecen dar la espalda a la alegría...
de la vida.
ESTAMBUL 2
La primera noche ha sido animada porque Kemal nos ha organizado una cena con sus amigos y ya de paso despedimos a Diana que se vuelve a Moscú. El restaurante esta en Taksim: el punto de ebullición. Caminas entre la gente por esta gran vía y
parece que se esté celebrando algo, un acontecimiento histórico, como si a todo el mundo le hubiera caído un pellizco de la lotería y salieran con ganas a gastarlo. En la cena aparece sorpresivamente el siciliano Andrea que conocimos en Valle de las Mariposas y que se va a quedar con nosotros esta noche. Se bebe "raqui", la bebida nacional que es un licor anisado al que se le mezcla agua. Lo curioso es que no lo hacen a los postres sino que le atizan desde temprano a modo de aperitivo. Al final de la cena somos los que mas gritamos y eso me trae recuerdos de España. Diana se despide toda triste con su bolsa de regalos: básicamente cosas que beber y comer compradas en el Gran Bazar que para su asombro ha resultado tranquilo y respetuoso. Lo ha disfrutado como nunca y cuando se ha relajado se ha atrevido a regatear con cierta confianza y buenos resultados. Para m,i que es la primera vez, me gusta, y me parece que habrá otra visita por mi cuenta. Los comerciantes, muy al contrario de lo que había oído y leído son amables y sonrientes sin acosar. A veces lo que desean es que les prestes tu atención unos segundos y una vez realizado su trabajo ya te puedes alejar con una sonrisa. Todos contentos. Buenas charlas con algunos vendedores y detalles dignos de mención. Quizá han sido adoctrinados porque Estambul esta siendo la "capicultu"del 2010.
Pensaba que la marcha en Taksim duraba solo el fin de semana pero, que equivocado estoy: aquí hay movida a diario. Ahora, además, hay algo de jaleo extra pues se suceden las demostraciones de repulsa por la muerte de 9 ciudadanos turcos en un ataque a un barco con ayuda humanitaria que se dirigía a Gaza. Las medidas de seguridad que la policía toma son tan abrumadoras que a uno se le quitan las ganas de decir"jolines".
Hay como 2000 bares y restaurantes y los comercios parece que no cierran nunca. La gente es guapísima como una élite acomodada dentro de Turquía. Abunda la juventud y todos procuran ir a la moda. Hay locales para todo tipo de público, y en ellos puedes quedarte hasta la madrugada porque no hay problema para encontrar taxi o "dolmus" colectivos de vuelta. La noche parece muy segura en las zonas concurridas, y no hay escandaleras ni peleas; por lo que he visto. Andrea y Kemal, como osos beodos, llegan a las 5 con dos botellas de "Yeni Raki" de más pero no les tengo que acostar, esta vez.
sábado, 5 de junio de 2010
ESTAMBUL 1
Enamorado con pasión de la "Ciudad Europea de la Cultura 2010". Ha sido un flechazo instantáneo. La vibración de esta ciudad es increíble e inagotable; arrebatado estoy. Cada vez que salgo me encuentro un día soleado y colorido, mil planes que hacer y una sensación en el estomago cosquillosa. La gente es encantadora y es extraño encontrarte rostros enojados o avinagrados.
Como toda ciudad mediterránea aquí se vive de puertas para afuera, las calles están concurridísimas a todas horas, las terrazas y los bares y cafés animados y...que me quedaría a vivir aquí si pudiera.
Estoy en la zona Asia en casa de mi amigo Kemal. Para cruzar el Bósforo embarco en el ferry que cruza a Eminonu en la zona Europa. Todos los días me cruzo dos continentes de este modo tan fácil, divertido, entretenido y económico (0.75 euros) para una travesía de 25 minutos. Las gaviotas nos siguen de cerca para pescar al vuelo trozos de pan que los pasajeros lanzan al aire. El ferry es popular y su estado de conservación, a pesar del uso, es perfecto. Cuando vas llegando a Eminonu lo primero que ves es la colina sobre la que se asienta el fabuloso palacio de los sultanes "Topkapi", las cúpulas y minaretes de Santa Sofia y la Mezquita Azul, como en un sueño. Y ya mas cerca la Mezquita Nueva y el puente de Galatasaray con sus restaurantes a lo largo de la parte baja y el espectáculo de las mil cañas de pescar por la de arriba. El puente comunica ambas orillas del "Cuerno de Oro".
Desembarcas y al momento estas rendido a la ciudad, no puedes quedarte indiferente, es imposible. La mirada va de un lado a otro: carritos de venta de mejillones con limón, de doradas mazorcas de maíz amarillo, de peces asados, de helados de colores que vuelan por el aire por la pericia del heladero con su percha de metal; los tranvías, los taxis y los barcos, y las vestimentas llamativas de los paisanos, los uniformes de colores de diseños como nunca vistos. Y los olores arrebatándote el sentido; a mar, a gasóleo, a pez asado, a comidas callejeras...Sonidos de campanillas que te avisan de que te arrolla un tranvía si no te apartas, los golpes de cencerro de un heladero que te recuerda donde esta su puesto. y por supuesto, las graves y profundas bocinas de los buques diciendo: ¡Bosforooo!, y las voces anunciadoras de productos en un idioma babélico entremezclándose sinuosamente en tus oídos. Cuando te detienes y observas los rostros y las expresiones de las personas que aquí viven y trabajan intuyes que hay un ánimo de contacto con el otro. Te paras y sonríes, comentas algo y entonces, como una ostra, el otro se te descubre para brindarte...
lo que lleva dentro de si: la perla de la hospitalidad.
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